lunes, 9 de marzo de 2020

LA MÁSCARA

UN ARTÍCULO DE ANDER ACEREDA

"La máscara ha estado destinada a ocultar la cabeza o el rostro, aunque su origen se remonta a los ritos mágico-religiosos de nuestros remotos antepasados. El hombre primitivo se colocaba la máscara durante la ceremonia para convertirse en un animal, espíritu o dios, imitando sus actitudes, movimientos rítmicos, convirtiéndose en una danza mágica.
En Europa se desarrollaron de diversos materiales, cartón, metales, etc, pero principalmente de elementos naturales como el cuero o la madera tallada. La máscara europea tiene en gran medida fines mágico-religiosos y probablemente se origina en Micenas, con las máscaras de fiesta dedicadas a Dionisos que llegaron a incorporarse en representaciones dramáticas, también Artemisa y Demeter de donde pasaron al teatro para diferenciar a distintos personajes.
En el mundo de la Grecia antigua, fueron muy importantes en los ritos religiosos, representaban a dioses, cubrían el rostro de difuntos y se colgaban de los árboles pidiendo mágica protección. El mundo etrusco y posteriormente el romano también utilizó la máscara funeraria y el uso pagano de la máscara continuó hasta la Edad Media, cuando los diversos concilios y prohibiciones eclesiásticas obligaron a los paganos a ocultar o abandonar esta práctica.
Dice Gerald B. Gardner en “El sentido de la brujería”:
“Es evidente, por antiguas pinturas y descripciones... que el Sumo Sacerdote, que era el representante del Dios, a veces usaba una vestimenta ritual, consistente en un tocado con cuernos de ciervo o toro y algún tipo de ropa hecha de pieles de animales; a veces, también, una máscara que ocultaba sus rasgos. Esta costumbre parece haber sido particularmente seguida en los grandes Sabbats, cuando muchas personas no iniciadas en los misterios de la Brujería, se reunían fuera del círculo, buscando suerte o solo para disfrutar de la celebración. Esto hizo los procedimientos mucho más impresionantes, y al mismo tiempo seguros, si el representante del dios estaba enmascarado y caracterizado, y no podía ser reconocido. La figura cornuda, a oscuras y con la luz de la luna o antorchas como única iluminación, debía parecerles a los de fuera del círculo una criatura sobrenatural...”
Como comentaba arriba, el uso de la máscara, junto con la vestimenta y los movimientos rítmicos, nos permite transmutarnos, abandonar nuestro ser real y conducirnos a la dimensión universal y absoluta de lo irracional, facilitando la conexión con nuestros dioses, imbuyéndonos de su naturaleza y poder, a través del trance, consiguiendo que nos convirtamos en los auténticos representantes del Dios y la Diosa durante el ritual."
-Ander Acereda.Copyright©


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