miércoles, 22 de abril de 2020

MI ABUELO ARRIERO

Mi abuelo era tratante de ganado, iba de feria en feria comprando, vendiendo y transportando el ganado, en definitiva era un arriero.

“Os arrieiros” pasaban gran parte de su vida en los caminos, soportando nevadas, lluvias, atravesando valles y puertos entre la niebla o el sol abrasador. Mi abuelo aún hacía los caminos a caballo y las noches eran especialmente duras para estos hombres, no solo era tener que dormir a la intemperie muchas veces, si no también los peligros de este mundo y del otro, donde habitaban seres y entidades de todo tipo, y mi abuelo no era ajeno a todo ese mundo...

Nos ubicamos a principios del siglo 20, en algún camino de las montañas ourensanas. Mi abuelo se dirigía de vuelta a casa, a tierras de Verea, cuando la noche y la niebla se le vino encima, al llegar a la altura de un cruce de caminos, algo le hizo ponerse en alerta, no estaba solo, alguien o algo se escondía entre las cortinas de la bruma. He de decir que era diestro en estas lindes y no se empequeñecía por poca cosa. Bajó del caballo y unos susurros hipnóticos le envolvieron...
Sin pensarlo cogió su bastón y dibujó un círculo alrededor de él diciendo en voz alta: “sexas vivo, sexas morto, de aiquí non pasas”: “seas vivo o seas muerto, de aquí no pasas”. En ese mismo instante se presentó ante él un difunto, con su hábito blanco.
(En Galicia existe la creencia y la certeza para muchos, de que cuando un difunto está a disgusto con su hábito mortuorio o le quedan deudas pendientes, busca a alguien desesperadamente que sea capaz de verlo para pasarle la condena al vivo, para pasarle dicha condena y liberarse tenía que conseguir que el vivo le rompiera el hábito de abajo arriba, si el vivo lo hacía a la inversa, de arriba abajo se libraba de la maldición del difunto.)
Mi abuelo salió del círculo dispuesto a liberarlo de su hábito y que no atormentara a mas paisanos por los caminos, de un solo tajo le cortó el hábito de arriba abajo, y el difunto desapareció ante él entre las brumas.

Mi abuelo en la actualidad tendría unos 140 años, tuvo a mi madre de mayor, dejándola huérfana con solo 1 año de vida, y convirtiendo sus viajes y hazañas e historias de héroes para mí, y creo que también fué así para mi madre. Cómo sucede con muchas historias y leyendas que se contaban en mi niñez, la realidad y los espejismos se mezclan, pero muchos de los que me leéis tenéis conocimientos de magia, y reconoceréis muchos elementos y símbolos mágicos en esta historia. Él, mi abuelo el arrieiro, pertenecía a un mundo que ya apenas existe, que apenas soy capaz reconocer en algún recodo de los senderos, en alguna piedra de su aldea, en algún canto de arriero...pero me niego a soltar, me niego a olvidar, la sangre de mis ancestros grita en cada uno de mis pulsos, las palabras de mis ancestras meigas cantan en cada uno de mis latidos.

“Teño que ir pra Muimenta,
cúns zoquiños de ameneiro,
pra que se diga de min,
que son neto de arrieiro.”

Copla de: José Iglesias Fernández, que dedicó a su abuelo y que hago mía.

Zeltía La Loba. Copyright©



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