Siéntate sobre la tierra, tan quieto que tu sombra se confunda con las piedras. Baila acariciando tu pies sobre la hierba y el cielo con tus dedos hasta que no te quede aliento. Canta como si fueras el único que puede hacerlo, como si tu voz acunara el viento. Balancéate con la luna, crece y encoje con ella. Sal a oler, a mirar las estaciones, haz que tu corazón palpite con sus ritmos. Siente la fría escarcha del invierno morder tus dedos, siente el sol del verano calentar tu piel, cabalga los truenos primaverales sobre las flores de mil colores. Escucha como la niebla convierte tus gritos en susurros. Toca los tambores bajo las lluvias otoñales, mientra cubres tus ojos con sus ocres y oros. Calma tu espíritu bebiéndote el rocío de la mañana. Si no eres capaz de sentir la magia cada día, con aquello que te rodea, cambia de sendero. La magia la crea la meiga, el hechicero, la chamana, etc...No hagas magia, sé magia.
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