El mito de la muerte del dragón a manos de san Jordi, nos cuenta que una pequeña ciudad estaba dominada por un terrible dragón oculto bajo un lago, desprendía un hedor horrible que infestaba todo aquello que lo rodeaba. Debían alimentarlo para que el dragón no se acercara a la ciudad. Realizaban un sorteo para ver a quién le tocaba ofrecerse como comida al gran monstruo. Un día le tocó a la hija del rey que resignada se dirigió hacia la guarida del dragón, hasta que apareció su gran salvador San Jorge que sometió al Dragón y lo llevo hasta la ciudad para que todos vieran que estaba moribundo, en ese momento, cuando todos fueron conscientes del final del Dragón, San Jorge acabó con su vida.
Analizando la leyenda y acudiendo a diversas fuentes históricas, podríamos comparar, salvando las distancias, el mito de San Patricio con el de San Jordi, aún que en este caso enlaza muy bien con los mitos solares propios del Mediterráneo oriental, como es lógico ese Dragón es el enemigo natural de Cristo y sus fieles. El símbolo del Dragón, ícono de poder pagano por excelencia, visto como adversario, como enfermedad, como el caos pagano que aún reinaba en algunos lugares de Europa, dándole muerte frente a toda la ciudad por si quedara alguna persona sin convertirse al cristianismo, que sirviera de ejemplo y amenaza.
Según nos cuenta la historia real, Jorge cristiano de cuna allá por el año 303 en Turquía se convirtió en mártir por defender a los cristianos del territorio, su final fue frente a las murallas de Nicomedia donde fue decapitado. Según contaban los cruzados, que fueron los encargados de expandir el mito por Europa, su estoico sufrimiento convenció a la emperatriz Alejandra y a su suma sacerdotisa, ambas paganas, a convertirse al cristianismo. Esa fue la victoria real de Jorge, erradicar el paganismo primero con fuego y espada y después en las historias de los cruzados donde lo convirtieron en mártir.
He de decir una vez más que estas son mis conclusiones y mi opinión personal.
¡Yo soy un orgulloso Dragón Pagano!
Zeltía La Loba. Copyright©
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