A ti meiga que me lees, que te sientes sola en tu práctica, que a veces te preguntas si vale la pena el sacrificio, que pasas las noches custodiando las lunas, que sueñas con bailar alrededor de los fuegos sagrados abrazando a tus hermanas. Sigue, eres única, cada una de nosotras los somos, llegará el día, llegará la luna en la que nos reencontremos, como lo hicimos antaño, mientras tanto amaros, gozar el éxtasis de ser pura magia. Y yo sigo recordando:
"Caminamos a oscuras, bajo la luna menguante, descalzas sobre la tierra templada, con un candil en la mano y nueve nudos sobre el pecho, nueve penas, nueve condenas. La brisa nos anuncia que nos dirigimos al oeste, donde yace la buena muerte. El murmullo cantarín y la humedad del agua nos avisa de nuestra cercanía al río Deva.
Nos sumergimos en sus aguas, hundimos hasta su lecho nuestros nueve nudos, nuestras nueve penas, nuestras nueve condenas...el río y la luna se los llevará, desharán cada noche uno de los nudos que desaparecerán al anochecer con la muerte del sol.
Amanece...ahora somos livianas, y de regreso portamos una corona de esperanza y flores."
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